142. El verdadero origen de los villancicos

Llega diciembre, las luces en las calles, el turrón, las comidas familiares… Sí, todo lo que queráis, pero llegan los villancicos.

Esas canciones pegadizas que no puedes sacarte de la cabeza y aunque no te gusten no puedes dejar de tararear.

Sin embargo, todos hemos crecido pensando que los villancicos siempre han sido canciones de Navidad. Pues no.

Nada más lejos de la realidad.

En el episodio de hoy, os explico el verdadero origen de los villancicos.

Notas del programa

Aquí os dejo la escaleta del programa a modo de resumen.

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El verdadero origen de los villancicos

Una de las tradiciones más extendidas de la Navidad son los villancicos, las típicas canciones que se interpretan en esta época del año. Sin embargo, en sus comienzos los villancicos nada tenían que ver con la Navidad. Repasamos su origen histórico.

Llega diciembre, las luces en las calles, el turrón, las comidas familiares… Sí, todo lo que queráis, pero llegan los villancicos.

Esas canciones pegadizas que no puedes sacarte de la cabeza y aunque no te gusten no puedes dejar de tararear.

Sin embargo, todos hemos crecido pensando que los villancicos siempre han sido canciones de Navidad. Pues no.

Nada más lejos de la realidad.

La procedencia de la palabra villancico tiene un origen popular, ya que deriva de la palabra «villa» y a su vez del latín villanus. Sin embargo, y en un principio, el origen de los villancicos no estuvo ligado a la Navidad como tal, sino que estas canciones populares trataban todo tipo de temas cuando comenzaron a popularizarse en España y Portugal durante la Edad Media y el Renacimiento.

Se trataba de composiciones vocales inspiradas en textos de temática rural y que no siempre iban acompañadas de instrumentos. Estos poemas tuvieron un gran éxito y fueron musicalizados por grandes compositores del momento, como el músico y poeta Juan del Encina, el compositor renacentista Mateo Flecha o el compositor y organista Gaspar Fernandes, entre otros. Los villancicos constituían uno de los tres principales géneros de la lírica española popular, junto con las cantigas y las jarchas mozárabes. Al final, una parte muy representativa de los villancicos renacentistas pasó a ser recogida en manuscritos y volúmenes antológicos conocidos como Cancioneros, entre los que destacan el Cancionero General, el de Palacio, el de Linares, el de Medinaceli, el de la Colombina o el de Upsala.

La iglesia vio en el villancico una fórmula perfecta para difundir y propagar su mensaje. Además de componer algunos villancicos inspirados en la figura de Jesucristo o de la Virgen, se extendió también el recurso de sustituir la letra profana por una sagrada.

Las misas se interpretaban en latín hasta el año 1965. ¿Quién entiende eso?

El éxito de esta nueva modalidad llevó a la jerarquía eclesiástica a oficializarla y a permitir que los villancicos de temática religiosa se fueran interpretando poco a poco en las iglesias como parte de la liturgia.

Quizá lo más curioso sea la transformación que estas canciones han sufrido con el paso de los siglos y la capacidad del ser humano de mantener las tradiciones, de recoger sus letras, sus melodías y conservarlas para las generaciones venideras. Los villancicos son un tipo de canción muy particular, y no gustan a todo el mundo. Pero no podemos negar que son parte de nuestra historia y, aunque a veces a algunos les puedan resultar repetitivos y simples, forman parte de una antigua tradición cultural. No dejemos que caigan en el olvido…

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Nos vemos en el próximo episodio.

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